Las montañas que forman la Sierra de Altomira son suaves, pero se erigen sobre los páramos, los sotos, las llanuras y las amplísimas extensiones agrarias que modelan un paisaje a caballo entre dos de los lugares más iconográficos y literarios de la península: La Alcarria y La Mancha.

Aquí se puede llegar a sentir la imponente grandeza y soledad de sus montes, hondonadas y barranqueras como en los inhóspitos parajes de esta sierra. Inhóspitos por su soledad, falta de pueblos y carreteras, pese a sus menores alturas , pero mayores desniveles, tan bruscos, que se salta, desde Almonacid de Zorita al Santuario de la Virgen de Altomira, desde 805 metros de cota a más de 1.200, en poco más de dos kilómetros. Al descender desde el Santuario al lago de Bolarque se contempla al S.E. un impresionante horizonte de montes y barrancos, como el Barranco del fin del mundo, en el que el hombre se siente un pigmeo por su insignificancia.

No es difícil llegar, aunque el viajero que se adentre a buscar este «pequeño paraíso» escondido en la sierra alcarreña deberá sortear caminos sinuosos al lado de respetables barrancos. En dirección a Albalate de Zorita (pasada la localidad de la Princesa de Éboli, Pastrana), deberá llegar a este pueblo, donde las indicaciones se sucederán señalando «Lago de Bolarque», allí donde el Tajo y el Guadiela se funden, está uno de los llamados “Mares de Castilla”, la Playa de Bolarque, formada en el embalse de Bolarque en Guadalajara.